El Impuesto sobre el Patrimonio grava, como su propio nombre indica, el patrimonio neto de las personas físicas y nos hace casi únicos entre nuestros “compis” de la Unión Europea, al ser España uno de los muy pocos países del entorno europeo que grava el patrimonio de los contribuyentes; solo queda en Noruega y Suiza, y a tipos bastante bajos.
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